En el ámbito de la justicia, el conflicto no es una anomalía que deba eliminarse a toda costa, sino el punto de partida para transformaciones necesarias. De él nacen ajustes, reformas y, sobre todo, la búsqueda de soluciones que permitan restaurar la armonía social. Los Medios Alternativos de Solución de Conflictos (MASC), como lo es la mediación, ha surgido precisamente para canalizar esas tensiones de manera más ágil, menos confrontativa y con un mayor énfasis en el diálogo que en la imposición.
A fin de evitar la ruta de los tribunales tradicionales, estos MASC ofrecen a las partes en disputa, la posibilidad de construir acuerdos mutuamente satisfactorios, reduciendo tiempos, costos y el desgaste que suele acompañar a los litigios. Pero detrás de la lógica conciliadora de los MASC se esconde una realidad más profunda: sin conflicto, no hay justicia.
El choque de intereses es lo que permite visibilizar discrepancias, injusticias y necesidades insatisfechas. Gracias a él, se identifican los problemas que el sistema legal y social debe atender. Y es precisamente en el intento de resolverlos donde se gesta la reparación del daño, la equidad en las relaciones y, en última instancia, la paz social.
Motor de cambio normativo
De allí que el conflicto funcione también como motor de cambio normativo. Muchos de los marcos legales actuales nacieron como respuesta a disputas que exigieron reglas claras para nuevas realidades. La ley, lejos de ser estática, se ha ido adaptando a medida que las sociedades se enfrentan a retos inéditos y a diferencias cada vez más complejas.
Así, el conflicto, tantas veces visto como sinónimo de división, se revela en realidad como un engranaje indispensable en el funcionamiento de la justicia. Sin él, la necesidad de resolver diferencias quedaría oculta; con él, se abre el camino para innovar en la forma en que entendemos la ley y, sobre todo, en cómo nos relacionamos como sociedad.
Los MASC representan esa vía inteligente que convierte las tensiones en oportunidades: menos desgaste, más diálogo, pero con el mismo objetivo de siempre —alcanzar una justicia que no solo resuelva pleitos, sino que también construya paz.
