Las capitulaciones matrimoniales son el acuerdo que establecen libremente los contrayentes de matrimonio para determinar qué sucederá con los bienes muebles, inmuebles, utilidades y administración de los mismos una vez que estén casados. Estas se encuentran consignadas en el Código Civil Federal, en el Título Quinto, Capítulo IV. Cabe señalar que, en caso de divorcio, las capitulaciones matrimoniales son las que indicarán de qué manera se resolverá la repartición de los bienes.
El artículo 143 del mismo código establece que los futuros cónyuges pueden optar por un régimen patrimonial de sociedad conyugal, separación de bienes o un régimen mixto.
En una sociedad conyugal, los bienes de cada cónyuge pasan a conformar el patrimonio de ambos, con un porcentaje del 50% para cada quien. Esto aplica tanto para los bienes adquiridos desde antes de celebrarse el contrato de matrimonio, como los que se adquieran durante este.
Por el contrario, en un régimen de separación de bienes, cada cónyuge mantiene la propiedad y la administración de los bienes que le pertenecen, sus frutos y accesorios. Los salarios, sueldos y emolumentos son propios de cada uno de los cónyuges.
Es importante que los futuros esposos se informen sobre cada uno de los regímenes patrimoniales contemplados por la ley, así como las consecuencias jurídicas de cada uno de ellos para tomar la mejor decisión de acuerdo a sus planes de vida en común. Pues, si no se pactaron capitulaciones matrimoniales al celebrarse el matrimonio, este queda celebrado en automático, bajo el régimen legal, o sea que el matrimonio se regirá por sociedad conyugal.
Por ello, las capitulaciones matrimoniales deben establecerse por escrito y no requieren de solemnidades específicas; al celebrarse el contrato de matrimonio se anexará el documento de capitulaciones al acta matrimonial, y se hará una anotación marginal sobre la situación patrimonial.
Aún así, para proteger tu patrimonio en caso de llegar a un divorcio, es recomendable llevar un registro actualizado de todos los bienes adquiridos durante el matrimonio. Ya que si, finalmente, la relación deriva en divorcio, es importante contar con un abogado para proteger tus derechos y bienes, de tal manera que recibas una división justa de los bienes y que tu cónyuge no aproveche las circunstancias para perjudicarte.
Por ello, un abogado especializado en derecho familiar puede ofrecer asesoría preventiva para tu patrimonio.
